La 63ª Comisión de Desarrollo Social (CSoCD 63) tuvo lugar del 10 al 14 de febrero de 2025, en el Sede de las Naciones Unidas en Nueva York. El tema de este año se centró en: "Fortalecimiento de la solidaridad, la inclusión social y la cohesión social" para acelerar el avance de los compromisos esbozados en la Declaración de Copenhague sobre Desarrollo Social, el Programa de Acción de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Muchas organizaciones religiosas participaron a través del Comité de ONG para el Desarrollo Social, que desempeña un papel clave en la promoción de los temas prioritarios del foro, al tiempo que garantiza que la perspectiva y las recomendaciones de las comunidades de base se escuchen en el escenario mundial.
El tema 2025 hizo hincapié en amplificar las voces de las comunidades locales y fomentar la colaboración intergeneracional para abordar los desafíos del desarrollo social. El evento contó con una diversa lista de oradores, incluidos activistas de base, representantes de la juventud y expertos en compromiso intergeneracional. Se prestó especial atención a la inclusión regional y a la representación de los grupos infrarrepresentados, lo que reforzó la importancia de los enfoques inclusivos del desarrollo social.
De cara al futuro, el foro exploró cómo la sociedad civil puede desempeñar un papel más activo en la configuración de los esfuerzos mundiales de desarrollo social, en particular en la preparación de la Segunda Cumbre Social Mundial que tendrá lugar en Qatar en noviembre de 2025. Los debates se centraron en las estrategias orientadas a la búsqueda de soluciones para garantizar la participación efectiva en futuras iniciativas de desarrollo social. La Sociedad del Sagrado Corazón tuvo una presencia activa en el foro, representada por Margaret Mwarili, representante de la ONU-ONG, Apolline Bouts, una pasante que es exalumna de Francia, así como siete estudiantes y un miembro del personal del Convento del Sagrado Corazón-Greenwich EE.UU.
Margaret Mwarili rscj
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Mi primera experiencia en las Naciones Unidas
Mi nombre es Apolline Bouts y deseo para compartir con ustedes mi primera experiencia en las Naciones Unidas en Nueva York. Soy una estudiante francesa de 21 años que hace una pasantía en la oficina de la organización del Sagrado Corazón de la ONU-ONG. Recientemente asistí a mi primera comisión de la ONU, la 63ª Comisión de Desarrollo Social. Como estudiante de Sociología y Ciencias Políticas, fue fascinante ver cómo la teoría se traduce en discusiones del mundo real. Todo lo que había aprendido en clase de repente cobró sentido, lo que me ayudó a comprender los temas clave de la comisión, los mecanismos internos de la ONU y sus dinámicas de poder.
Uno de los aspectos más reveladores fue descubrir el papel de la Sociedad Civil, particularmente a través del Foro de la Sociedad Civil. Nunca antes había estudiado el papel y el impacto de la sociedad civil en las Naciones Unidas, pero rápidamente me di cuenta de lo esenciales que son estas organizaciones para llevar voces de base y soluciones prácticas a las discusiones globales.
Esta semana también me recordó lo importante que es mantenerse comprometido como una persona joven. Asistir al desayuno de la Misión Permanente Suiza me hizo darme cuenta de que, incluso al comienzo de mi carrera, mi voz importa. Conectarme con otros jóvenes profesionales me mostró que nuestras perspectivas compartidas pueden contribuir significativamente a las discusiones internacionales.
Un gran desafío se presentó cuando me pidieron que interpretara del inglés y el español al francés durante el Foro de la Sociedad Civil. Sin experiencia previa y solo con una breve sesión de capacitación con un intérprete profesional, me encontré en una cabina durante tres horas, traduciendo cada palabra en tiempo real. Fue una lección intensa pero invaluable de concisión, pensamiento rápido y autonomía. También me dio una idea de otro aspecto crucial de las operaciones de la ONU: las personas que trabajan entre bastidores.
Escuchar testimonios de primera mano de Estados, ONG y comunidades de base profundizó mi comprensión de cómo las decisiones de la ONU impactan en el mundo real y dónde aún existen brechas. La observación de los debates sobre la resolución final durante la ceremonia de clausura fue particularmente esclarecedora, ya que reveló la complejidad de las negociaciones multilaterales.
Entrar en una sala llena de altos funcionarios de la ONU, representantes gubernamentales, embajadores y ministros era innegablemente intimidante. Sin embargo, ser parte de la comisión hizo que la política internacional se sintiera más accesible. Esta experiencia reafirmó mi creencia de que todo el mundo debería poder asistir a una sesión o conferencia de las Naciones Unidas. Aumentar la accesibilidad es clave para que la gobernanza mundial sea más democrática. Como joven, ver que tantas personas están comprometidas con el desarrollo social da esperanza para el futuro.
Apolline Bouts
