En nuestra búsqueda de la JPIC inevitablemente nos enfrentamos con el papel significativo que juega el PODER en nuestra vida y misión – como individuos y comunidades, en relaciones y estructuras que son los cimientos de nuestras sociedades y naciones, así como en nuestra visión del mundo y la esperanza para el futuro.
La JPIC es también un trabajo de transformación estructural que involucra al Espíritu: una transformación colectiva, social, política, económica, ecológica, planetaria y cósmica. Es un movimiento integrado que entreteje los aspectos activos y contemplativos del carisma del Sagrado Corazón.
La llamada a cuidar de nuestra casa común, que está llena de bellezas diferentes, tiene una urgencia sin precedentes. Impulsados e impulsadas por una ética del cuidado sobre el futuro de nuestro planeta, junto con tantos otros y tantas otras respondiendo a esta llamada, buscamos formas creativas y efectivas de prestar atención a esta urgencia.
En una dolorosa mezcla de esperanza y desesperación, innumerables personas arriesgan sus vidas para escapar de la guerra y de conflictos, de la pobreza y de los desastres naturales. Nuestro compromiso con la JPIC nos obliga a reexaminar cómo nos solidarizamos con los y las que están en estas “fronteras”.