Al celebrar la Pascua, se nos recuerda que la resurrección no es sólo un evento del pasado, sino una fuente viva de esperanza y renovación para nosotros hoy. Alegrémonos juntos de estos testimonios de fe y transformación.
Compartimos el tercer Vistazo a la Resurrección...
La Crisis Olvidada
por Eliana Bulla
Imagina despertar una mañana y ver cómo el mundo que conoces y amas se desmorona en polvo. Imagina huir de tu hogar con nada más que la ropa que llevas puesta, esperando y rezando — si alguna vez volverás a ver a tu familia, o incluso si vivirás para ver otro día más. Pero, ¿quién está escuchando?
Las tensiones aumentan constantemente en muchas partes del mundo, con guerras que apenas aparecen en los titulares. Etiopía, una vez más, está consumida por la violencia. La República Democrática del Congo se ahoga en un conflicto. Las familias en Sudán son despojadas de sus derechos humanos, enfrentando una hambruna extrema. En Myanmar, las comunidades étnicas sufren violencia, especialmente los musulmanes rohinyás, que han sido forzados a huir a campos de refugiados por cientos de miles. En Colombia, décadas de disturbios civiles y violencia de cárteles de droga han desplazado a millones, convirtiéndolos en una de las mayores víctimas de la emigración. Estos no son solo datos; representan vidas reales, todas en riesgo y a menudo olvidadas.
Un ejemplo destacado de uno de los conflictos más ignorados en África es la guerra entre Eritrea y Etiopía (1998–2000). Aunque la guerra terminó oficialmente con el Acuerdo de Argel en 2000, las tensiones persistieron casi dos décadas, causando sufrimiento continuo, violaciones de derechos humanos y una crisis de refugiados que rara vez se menciona.
Hasta hoy, muchos refugiados enfrentan explotación en Libia, Sudán e incluso Europa. Como consecuencia del conflicto, casi un millón de personas huyeron de sus hogares en Etiopía, muchas mujeres y niños fueron brutalmente atacados por su etnia, especialmente en las regiones fronterizas.
Aunque se firmó un acuerdo de paz en 2018, las tensiones fronterizas y los conflictos internos continúan hasta hoy. El sufrimiento de los pueblos eritreo y etíope es en gran medida ignorado por los medios globales y los gobiernos, a pesar de que viven constantemente con el temor de que estalle otra guerra entre estos dos países volátiles. No hay guerra, no hay paz. Millones en toda África enfrentan ahora la corrupción global como consecuencia de estas guerras, y están incluso en riesgo de un conflicto por poder aún mayor. Pero nadie lo nota: estas guerras son olvidadas.
Mientras tanto, en Myanmar, el pueblo rohinyá, una minoría musulmana, ha sufrido décadas de persecución. En 2017, una guerra civil obligó a más de 700,000 rohinyás a huir de sus hogares, buscando refugio en Bangladesh. Muchos permanecen en campos superpoblados, viviendo con preocupación y incertidumbre constantes. A pesar de que se les niegan derechos básicos, los rohinyás continúan enfrentando represión. La crisis en Myanmar, a pesar de violar derechos humanos fundamentales, sigue siendo ignorada internacionalmente.
En Colombia, debido a cinco décadas de conflicto armado entre el gobierno, grupos guerrilleros y cárteles de droga, ha habido un sufrimiento inmenso. Aunque en 2016 se firmó un acuerdo de paz con el grupo guerrillero FARC, la agresión hacia comunidades indígenas, junto con la influencia de los cárteles de droga, ha obligado a muchos colombianos a abandonar sus hogares en busca de seguridad.
2.4 millones de personas en Etiopía dependen de la ayuda alimentaria, pero el apoyo está desapareciendo. Casi 10 millones de personas están desplazadas en Sudán. La crisis en el Congo ha afectado forzosamente a cientos de miles de familias, algunas aún sin reunirse. Más de un millón de refugiados rohinyás permanecen en Bangladesh. En Colombia, millones son forzados a abandonar sus hogares debido a la violencia continua. Decimos que hay un fin, pero no luchamos por el cambio, dejando innumerables vidas perdidas por nuestra indiferencia.
¿Dónde está la necesidad de actuar? ¿Dónde está la urgencia? ¿Dónde está la humanidad? La crisis no es solo guerra: es abandono. Es el silencio de los gobiernos, la apatía de los medios, nuestro fracaso como sociedad. Tenemos los recursos. Tenemos la voz. Pero, ¿estamos dispuestos a ofrecer nuestro apoyo?
¿Cuántos niños quedarán sufriendo en silencio antes de que actuemos? ¿Cuántos futuros desaparecerán antes de que termine esta frase? El pueblo del Congo, Etiopía, Sudán, Somalia, Burkina Faso, Myanmar y Colombia — no son solo víctimas. Son sobrevivientes y luchadores, atrapados en la corrupción, la pobreza y la angustia. Viven en condiciones que la mayoría no podría soportar — donde el agua limpia es un lujo, la educación un sueño y la atención médica un privilegio que pocos pueden permitirse. Sin embargo, cada día vemos cómo sus líderes los explotan y sus gobiernos muestran poco interés por el abuso físico y mental de sus ciudadanos. ¿Por qué lo permitimos? ¿Por qué dejamos que la corrupción prospere mientras millones siguen vulnerables?
A pesar de todo, hay esperanza. En los campos de refugiados, sin importar las condiciones, las comunidades se unen, compartiendo lo que tienen, por poco que sea. En ciudades devastadas por la guerra, los niños aún ríen y las familias mantienen la esperanza. Activistas, trabajadores humanitarios y personas comunes luchan contra la desesperación, demostrando que, unidos, la humanidad no está perdida. Ninguna guerra, explotación ni tormento puede destruir la resiliencia del ser humano.
Actuemos como artesanos de la esperanza. Exijamos justicia y ayudémosles. Porque no son solo estadísticas. Son personas. El mundo no puede permitirse olvidarlos. Y nosotros no debemos darles la espalda.
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La autora, Eliana, es una estudiante de 14 años en Sacred Heart High School en Hammersmith. Tiene un gran interés en los conflictos globales, especialmente en comprender su impacto en las víctimas alrededor del mundo. A Eliana le preocupa particularmente por qué ciertos temas reciben menos atención que otros, lo que resulta en una falta de ayuda humanitaria para muchos países que la necesitan desesperadamente. Su perspectiva destaca la respuesta global desigual ante las crisis y la urgente necesidad de una mayor conciencia y apoyo para las poblaciones afectadas.