Este mes, el Papa invita a rezar por las comunidades cristianas que viven en zonas de guerra o conflicto.
Los cristianos “que viven en medio de guerras y violencia” no deben sentirse nunca abandonados: “incluso rodeados de dolor”, dice el Santo Padre, “que no dejen nunca de sentir la gentil bondad” de la presencia de Dios “y las oraciones de sus hermanos y hermanas en la fe”. “Fortalecidos por los lazos fraternos”, continúa, “que puedan convertirse en las semillas de la reconciliación, constructores de esperanza en los gestos pequeños y grandes, capaces de perdonar y de seguir adelante, de superar las divisiones y de buscar la justicia con misericordia”.
Incluso en aquellas partes del mundo donde la guerra parece ser la única ley, “donde la armonía parece imposible”, los cristianos están llamados a ser “instrumentos de paz”. Y no solo los que viven allí, sino todos nosotros, porque Jesús “llamó bienaventurados a los que trabajan por la paz”: al Espíritu Santo, por tanto, el Papa le pide no solo que sostenga “la fe de los que sufren” y fortalezca “su esperanza”, sino también que “no nos deje caer en la indiferencia” y nos haga “constructores de unidad”.
Oremos para que los cristianos que viven en contextos de guerra o conflicto, especialmente en Medio Oriente, sean semillas de paz, reconciliación y esperanza.