El barrio del Raval en Barcelona tiene un alto porcentaje de inmigrantes indocumentados, personas sin hogar y altas cifras de desempleo. La marginación ha aumentado tras la pandemia y la inflación actual; sus necesidades se han amplificado, en particular las de alimentos básicos.
El proyecto responde a las necesidades alimentarias de forma integral, incluyendo elementos de trámites de inmigración, empleo, alojamiento y vínculos sociales. En el economato solidario (con un sistema de fichas), semanalmente, los usuarios son libres de comprar los alimentos que más les gusten (incluidos artículos de aseo y limpieza). La compra de alimentos es también un momento en el que pueden compartir con el dependiente (léase trabajador social) cualquier otra necesidad distinta de la alimentación. También se hace hincapié en el uso saludable de los alimentos disponibles en la tienda (fecha de caducidad, diferentes formas de cocinar) cuando se invita a los usuarios a talleres de cocina.
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