Sarah Campos, docente del Colegio Sagrado Corazón de Godella (Valencia), realizó una voluntaria en el verano de 2022 en Buenos Aires (Argentina) colaborando con la Comunidad Moreno y la Comunidad Villa Jardín. Compartimos su reflexión titulada, "Una Experiencia Transformadora - VOLUNTARIADO NORTE-SUR".
En la vida, hay ocasiones en las que una oportunidad se presenta en tu camino y parece que estaba predestinada a resonar en ti: suelen ser oportunidades que no podemos dejar escapar, hay algo en ellas que nos atrapa. En algún momento de mi primer curso de profesora en el Sagrado Corazón, apareció: VOLUNTARIADO NORTE-SUR, con mayúsculas, porque ya se quedó dentro de mí. La pandemia decidió que no era el mejor momento, y tres años después, volvió a aparecer, sigiloso pero a paso firme.
Me aventuré en una formación en Chamartín de la mano de Josemari Aymerich, Isabel Desmond y Marisol Chirosa junto a otras 7 jóvenes universitarias y trabajadoras con la misma inquietud: transformar el mundo, salir de nuestras zonas de confort y sentir que estamos aquí para algo más. La formación que recibimos fue más allá de lo que habíamos esperado. Fue una formación desde el corazón y espiritual, nos enseñó a acercar la mirada hacia nuestro interior. Significó crecimiento, momentos de paz y de dedicación a uno mismo poniendo la mirada en el otro.
Recibimos visitas llenas de sabiduría que nos mostraban su visión de la vida misionera, de cómo abordar la experiencia.
En esos encuentros se forjaba el camino, un camino lleno de ilusión, de dureza, de crecimiento… y ya no había vuelta atrás, estábamos embarcadas de lleno. Y así, llegó el día en que se presentaron los proyectos y en los que se decidió cuál era el más idóneo para cada una. Cosa del destino. Y así, Argentina se plantó en mi camino.
Un camino lleno de incertidumbre y de nervios, pero sobre todo de emoción y grandes esperanzas. No fue un camino que tuviese que recorrer sola, ya que tuve la suerte de contar con Beatriz Burgaz, docente de Chamartín, como compañera de aventura. Juntas saltamos el charco.
Nos recibió nuestra nueva familia de acogida: Lourdes, Silvia, Ana, Valery y Paula, las religiosas de la provincia ARU de las comunidades de Villa Jardín y Moreno. En Villa Jardín me sentí como en casa, a pesar de estar tan lejos de los míos; si algo he aprendido de los argentinos es su bondad, generosidad y cariño. Nos recibieron con los brazos abiertos y sonrisas y exclamaciones al saber de dónde veníamos.
Villa Jardín es una comunidad donde conviven distintas dificultades, que desde la comunidad de religiosas junto con los vecinos del barrio, intentan paliar. Un barrio volcado en mejorar, en crecer humanamente. Las hermanas trabajan estrechamente con el centro educativo Instituto Sagrado Corazón ALCAL, que lucha por ofrecer a los niños y jóvenes del barrio un futuro más justo. A los niños y adolescentes se les da amor, cariño y atención y se les proporciona una herramienta para crecer y avanzar en la vida adulta. El colegio se convierte en una necesidad social de acompañamiento, a la vez que facilita el crecimiento académico. Se pone el foco en que los jóvenes sean y se convenzan de que ellos son el cambio, ahora y en el futuro. La prosperidad del barrio está en sus manos y en el trabajo que ellos junto a otros sigan desarrollando.
Entre las acciones que desde el centro se realizan, se encuentran el comedor social y el voluntariado Mano a mano por la vida. El comedor social está abierto a las personas del barrio en situación de vulnerabilidad, ofreciéndoles un espacio de encuentro con una merienda compartida con los adolescentes del colegio y reparto de comida. Se forjan lazos y en las mesas se entremezclan palabras de agradecimiento e historias tristes; los adolescentes recogen todo esto para poder transformarlo.
El voluntariado Mano a mano por la vida une dos mundos: por un lado, a los alumnos del Secundario (Bachillerato) del Instituto Sagrado Corazón de Almagro y, por otro, a los de Villa Jardín. Dos realidades distintas que conviven los sábados para crecer juntos y que emplean su tiempo libre en desarrollar actividades para niños y jóvenes de Villa Jardín, donde nuevamente se les ofrece un espacio donde jugar, correr, divertirse y relacionarse con otros niños de su edad.
Como parte de esta experiencia de voluntariado también pude visitar la comunidad de Moreno, donde llevan a cabo un proyecto de alfabetización de niños de entre 3 y 10 años. Allí la labor de las hermanas ofrece un recurso a familias que por sus condiciones acceden difícilmente al sistema escolar. También llevan a cabo proyectos de huertas comunitarias que ofrecen, frente a la vulnerabilidad de los diferentes barrios a los que prestan servicios, un autoabastecimiento que tan necesario es.
Participar en el voluntariado Norte-Sur ha significado para mí una apertura de mente y un choque con la realidad de estas comunidades. También me ha permitido nutrirme del cariño de tantas personas de enorme corazón y aprender de su resiliencia, su fuerza y sus ganas por impulsar sus comunidades y sus vidas.
No hace falta saltar el charco para darse cuenta de que uno puede ayudar aquí, a nivel local, en nuestras comunidades y en nuestros colegios. Me traigo muchas lecciones aprendidas y ha sido una experiencia que va más allá de las palabras. Ahora emprendo un nuevo camino: el de transformar todo lo que las religiosas, docentes, voluntarios, adolescentes y niños me han enseñado y aplicarlo aquí, en el Sagrado Corazón, en Godella, en mi barrio.
Sarah Campos
Sagrado Corazón, Godella