En un Discurso en la asamblea provincial en julio de 2022, Marie-Paule Préat rscj habla sobre el Compromiso JPIC de las Religiosas del Sagrado Corazón:
El acrónimo JPIC significa: Justicia, Paz e Integridad de la Creación.
¿Cuál es el origen de esta sigla? Se remonta a la expresión “el reino de la justicia y de la paz” que aparece en la Biblia como realización del proyecto de amor de Dios por la humanidad. Hace unos 50 años, se le añadió la dimensión de “integridad de la creación” a raíz de la toma de conciencia de que la conservación de la creación es parte integrante de este proyecto de Dios.
Las Religiosas del Sagrado Corazón realizamos un importante encuentro internacional sobre el tema; se hizo cada vez más claro que esta preocupación por la “Casa Común”, por el futuro de la humanidad, pertenece a nuestro carisma y a nuestra misión. Esta reunión tuvo lugar en noviembre de 2018 en Filipinas. Cada provincia tuvo una RSCJ delegada. Compartimos muchas realidades de sufrimiento y violencia en el mundo y, sin embargo, resultó ser un encuentro lleno de alegría, animado por una esperanza que transmitía energía. El título del documento, que condensa la sensibilización y los compromisos surgidos durante el encuentro, habla de esta experiencia: Ser Artesanas de Esperanza en Nuestro Mundo Bendecido y Roto.
Aquí sigue una muy breve presentación de los 4 puntos que marcan nuestro compromiso hoy:
1. Lavarnos los Pies las Unas a las Otras
Al compartir nuestras experiencias en nuestros lugares de misión y la vida de nuestro pueblo, llegamos a la siguiente conclusión: en la raíz de cualquier injusticia, violencia, conflicto, está el abuso de poder. Ya sea a nivel individual, social o internacional, el deseo de dominar a los demás y utilizarlos en beneficio propio perjudica las relaciones. Todos estamos tentados a abusar de nuestro poder. También somos cómplices de sistemas injustos. Sentimos que teníamos que trabajar en ello: pasar de una posición de dominación a una posición “menor”, la posición de Jesús cuando se arrodilla para lavar los pies de sus discípulos. Siguiendo este gesto, los invitó a hacer lo mismo. Este llamado nos conmovió fuertemente a nosotros y a la familia del Sagrado Corazón; es una invitación a tomar conciencia de nuestro abuso de poder y a crecer en la humildad.
2. Transformar y ser Transformadas
En cuanto a ser parte de la transición actual, el primer paso es dejarse transformar. Una batalla proactiva y militante corre el riesgo de extinguirse. La situación es tal que el sentimiento de impotencia puede paralizar las energías. Parecía que era más fecundo confiar en la vida, en esta inteligencia colectiva que emerge casi en todas partes en situaciones críticas. En la fe, también vemos la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida y en la vida del mundo. El Espíritu Santo nos transforma y actúa hoy en la humanidad. Estas son las fuentes de una esperanza activa y creativa. Estamos llamados a actuar localmente manteniendo la visión amplia y global de una creación que da a luz.
3. Cuidar nuestra Casa Común
Bajo esta expresión, la encíclica del Papa Francisco Laudato Sì reúne las tres dimensiones del bien común. Todo está relacionado: sin justicia, la paz es imposible. Cada vez somos más conscientes de que la crisis medioambiental también tiene sus raíces en la injusticia y que el futuro del planeta amenaza la supervivencia de la humanidad. Todo encaja. Nosotras también nos ubicamos en esta búsqueda de ecología integral y cambio sistémico. Queremos conectar con todos aquellos que están explorando nuevos caminos.
4. Acoger a Personas en Movimiento
Hoy, una forma concreta de vivir la transición es, sobre todo, caminar con los que están en movimiento. Esto significa no solo acogerlos y brindarles oportunidades de vivienda, educación y trabajo, sino también apreciar los tesoros culturales y humanos que aportan y juntos buscar cómo construir un mundo más habitable para todos. Podemos cambiar la forma de mirarlos y verlos como pioneros en la búsqueda de una nueva humanidad.
El cuidado de las relaciones está en la raíz de nuestra tradición espiritual y apostólica. Hoy crecemos con la conciencia de que se ha vuelto urgente cuidar las interrelaciones, es decir, todo lo que concierne a nuestro “convivir”, el bien común, el futuro de nuestro planeta y de toda la creación. ¡Entretejer los lazos de la paz y restaurar la sociedad de su tiempo ya era la preocupación de Santa Magdalena Sofía! No estamos inventando nada nuevo. Al final de la revolución francesa de 1789, estaba preocupada por la realidad religiosa y social. Para ella, la labor educativa era un medio de colaboración en la reconstrucción de los lazos sociales.
Que suerte tenemos de ser parte de este momento de transición planetaria. Hay enormes riesgos, pero qué maravilloso es el desafío de estar entre tantas personas y asociaciones, “artesanas de la esperanza”, tejedores de lazos, transmisores de luz… Nuestra esperanza es que estamos dando luz: hay dolor y una nueva vida que se esfuerza por ver la luz.
Marie-Paule Préat rscj