Durante varios años había sentido el deseo de ir a una misión humanitaria. Quería viajar y al mismo tiempo sentir que era útil. A diferencia de un viaje turístico, el voluntariado nos permite sumergirnos en una cultura diferente a la nuestra y crear lazos muy fuertes a pesar de la barrera del idioma.
Pasé unos tres meses en Egipto. Descubrí una gran pobreza pero también el valor de la hospitalidad. Las personas con las que trabajé y conocí me mostraron mucho cariño y al final de mi experiencia de voluntariado, era parte de su familia. A través del voluntariado abrí aún más mi corazón; y esta experiencia me permitió comprender lo dura que es la vida en los países pobres y que uno no debe juzgar. Cada persona tiene su propia historia. Tanto mi mente como mi corazón se han abierto al mundo.
Aconsejaría a todos que aprovechen la oportunidad de emprender este tipo de proyectos porque es una oportunidad real que nos trae un gran enriquecimiento y muy buenos recuerdos. No tengas miedo de ir a lo desconocido. Siempre tenemos miedos o prejuicios. Al final salimos contentos porque al estar allí vemos con nuestros propios ojos una realidad completamente diferente a la nuestra.
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